Han pasado dos años desde la
última vez que estuve aquí y todo sigue igual. El arroyo, que sigue marcando el
camino a través del sendero y las piedras de su interior, caducas y desgastadas
por el paso del tiempo. Me duelen porque me recuerdan demasiado a mí.
Sigo caminando, a través de
robles y cedros hasta llegar al cerezo rojo en lo alto del paraje.
El aire aquí es más puro. Oteo a
mi alrededor y me parece demasiado injusto que el mundo siga su curso sin
esperarme. Mi alma sangra, los recuerdos me atormentan y éste bosque no cambia
y así seguirá cuando yo ya no esté. Los pájaros que ahora cantan morirán, pero
vendrán otros y todo… (seguirá igual) .
Dejo la cesta en el suelo y saco de su interior nuestro mantel, lo coloco mirando al norte como a ti te gustaba.
Llevaba preparándome para éste
momento tanto tiempo… . He traído tu comida favorita y una botella de vino.
¿Recuerdas como el sol atravesaba el liquido ámbar a través de las copas?
El cielo era más azul antes,
cuando veníamos juntos. Lo recuerdo demasiado bien.
(¿Sabes?, hace dos semanas que ya no bebo. Seguro que te alegrarías de saberlo.)
Intenté quemarlo todo, de verdad,
olvidarme de que una vez exististe. Qué lejano parece. Cogí todas tus cosas y
las rocié con gasolina. Tenía la cerilla encendida en la mano, consumiéndose
lentamente, pero acabó quemándome los dedos. Lavé tus cosas y las coloqué en el
armario. Tu armario.
Éste cerezo es la única verdad
que necesito saber.
Fue aquí cuando me dijiste que
nunca habías conocido a nadie como yo, que era el mejor regalo que habías
tenido nunca. ¿Por qué me dejaste entonces? Si éste cerezo sigue igual. No es menos rojo, no es
más bajo, ni menos frondoso. Yo tampoco he cambiado. Soy el mismo con el que
lloraste cuando te dije, te quiero, por primera vez, con el que te sentías
protegida. Pero ya nada es igual.
Has rehecho tu vida y yo sigo
aquí, sentado bajo el cerezo rojo.
El cianuro ya hace efecto, mi
vista se nubla y apenas siento mi cuerpo. Me tumbo en nuestro mantel y me
acaricio el brazo imaginándome tu tacto. Sonrío, consciente de que moriré
desnudo, como en nuestra primera vez, bajo el cerezo rojo. Imaginando un sueño que una vez fuiste tú.
2 comentarios:
Morir por haber amado, y alejarse así de ese recuerdo..., o quedarse en él para siempre...
Quedarse entre los brazos de ese recuerdo, que una vez fuiste tú.
Publicar un comentario