viernes, 4 de julio de 2014

Azul


         Mi amada Estefanía:






       Trato de agarrar la pluma con fuerza para escribir, pero mi mano tiembla. Hace unos días un ciego me preguntó que era para mí el color azul y la mayor de las emociones se apoderó de mí. Llevo pensando en ello desde entonces y necesitaba contártelo porque ya sabes que para mí… .



     ¿Recuerdas la primera vez que nos vimos? En ese instante, a través de tus ojos vi los cálidos veranos frente al mar, tú y yo solos. Las olas rompían mientras tu dibujabas el atardecer y yo, simplemente te miraba.
      También vi las primaveras, ya con nuestra pequeña, dando sus primeros pasos en el parque. Nos costó salir adelante, pero lo conseguimos. Tú, solo tú, me mirabas y entendías. En tus ojos veía el color azul y en ese momento sabía que todo iba a salir bien. Estábamos juntos y eso, eso era lo único que importaba.
       Pero llegó un maldito otoño y el azul, como las hojas de los árboles, cambió de tono. Querías luchar, sin importar lo que los médicos dijeran. “Qué sabrán ellos”, repetías. Mostraste más fuerza en aquellos meses de la que yo tuve en toda mi vida. Pero el azul que yo conocía acabó tornándose gris en el momento en que tus ojos se cerraron. En ese momento el azul dejó de existir para mí.
      Cuando apareció el invierno creí que no podría soportarlo sin ti. Era un mundo triste y sin luz. Y aunque los días eran lluviosos y fríos, no quería estar en casa. No sin el color que tanto había amado y me daba calor. Seguí adelante, porque sabía que era lo que tú querías y no podía fallarte. A ti no.
     
Y llegó otra primavera y otra y otra. Llegué a pensar que lo había perdido para siempre. Hasta que un ciego me preguntó lo que era el color azul y lo recordé. El color azul eres y siempre serás tú.

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